No es un secreto para absolutamente nadie que ciertos alimentos generan inconvenientes como estreñimiento, constipado o bien dificultades estomacales. No obstante, la mayor parte de estos comestibles solo tratan la consecuencia y no la causa de estos males. Lo idóneo es tratar su flora intestinal, a fin de que pueda marchar apropiadamente sin que necesite recurrir al mamón toda vez que su
intestino se trabe.
Nuestro intestino marcha esencialmente como el segundo cerebro de nuestro cuerpo. Precisa estar en pleno funcionamiento a fin de que su organismo funcione bien. En caso contrario, padecemos dolor, hinchazón, malestar e inclusive irritación inmotivada. Por norma general, esto sucede por el hecho de que el microbioma de la flora intestinal está con los habitantes equivocados.
Una investigación efectuada por el médico y comunicador Michael Mosley probó que la mejor forma de colaborar la vegetación intestinal es usando una forma casera y manual de crear probióticos. Para llegar a este resultado, acompañó a 3 conjuntos de pacientes voluntarios.
El primer conjunto fue de personas que consumieron comestibles industrializados que prometían un sinnúmero de probióticos y una regularización prácticamente inmediata del intestino. El segundo consumió kefir, una bebida ya tradicional con muchas bacterias y diastasas, y el tercer conjunto consumió comestibles ricos en un probiótico llamado inulina. Este conjunto de comestibles serviría de alimentación para las bacterias que viven en nuestro intestino. La inulina puede encontrarse en la achicoria, cebollas, ajo y puerros.
El hecho es que el resultado mostró cambios significativos en todos y cada uno de los conjuntos, mas en niveles diferentes. Tuvieron un incremento de Lactobacillales, responsable del tratamiento de casos de diarrea e inclusive de intolerancia a la lactosa. El ácido producido por este producto en el estómago le haría llegar de forma más resistente al intestino, donde debe morar.
Las pruebas de laboratorio han probado que esto ha ocurrido por el hecho de que la cantidad de bacterias presentes en los productos caseros era sensiblemente mayor que en los industriales. De hecho, el Kefir puede ser hecho por mismo en casa.
Si tiene interés en consumirlo, es suficiente con adquirir los granos de kefir en tiendas de productos naturales y dejar fermentar en un tarro con leche o bien agua a lo largo de unas ocho horas y después, colar con una fina red de tejido para, finalmente, beber.