Aunque mucha gente no lo crea, llorar tiene sus ventajas para nuestra salud: no es solo una expresión sensible natural, sino más bien asimismo saludable, con una serie de beneficios de índole terapéutica.
Pocos aceptan que les agrada verter ciertas lágrimas cuando están frustrados, estresados o tristes. Más derramar algunas lágrimas cuando tienes emociones problemáticas sobre algo normalmente te hace sentir mejor después. El inconveniente es cuando la tristeza ocupa un espacio mayor de lo que debería y también impacta en otras áreas de nuestra vida, como la rutina y la nutrición.
Comprenda mejor de qué forma llorar es bueno-o bien de qué forma compensar mejor las cosas en el instante en que la voluntad de llorar es usual – con los consejos a proseguir.
De qué forma llorar puede ser bueno
Algunas de las principales ventajas de llorar para nuestro organismo son:
Alivio del agobio
El estrés crónico puede acrecentar el peligro de ataque al corazón, dañar ciertas áreas del cerebro, contribuir a inconvenientes digestibles como úlceras, y ocasionar cefaleas tensionales y jaquecas, entre otros muchos problemas médicos.
En estos casos, llorar es bueno y tiene «valor de supervivencia». Si bien el lloro puede no ser tan eficiente como un tratamiento más concreto, la mayor parte de la gente puede localizar una dosis de alivio en crisis de agobio.
Limpieza de toxinas
Además de esto, el lloro ayuda a quitar las toxinas del cuerpo. Las lágrimas asisten a los humanos a suprimir substancias químicas como el cortisol, amontonadas a lo largo del agobio sensible y pueden ocasionar daños en el cuerpo.
Llorar es bueno por el hecho de que marcha tanto como una liberación física como sensible, lo que ayuda a la gente a iniciar nuevamente, con una pizarra en blanco.
Reducción de la presión arterial
Se descubrió que el acto de llorar puede ayudar a disminuir la presión sanguínea y el pulso justo después de las sesiones de terapia, a lo largo de las que los pacientes lloraban y se desahogaban.
La hipertensión arterial puede dañar el corazón y los vasos sanguíneos, aparte de contribuir al derrame, la insuficiencia del corazón e inclusive la demencia.